De repente, como si una magia se apoderará de mis
pensamientos, me a acorde de vos.
No lo puedo describir
en palabras, pero fue intenso.
Recordé tus ojos, tu pelo, tu sonrisa y todo lo que rodea
tu habla.
Como si me hubiera olvidado de todo, te recordé con amor.
Y, después de recordarte todo el día, de pensarte todo el día,
cayó la noche… Y te extrañé.
Te extrañé con todas mis manos, te extrañé con mi corazón entero.
Pero después de
descubrir que volvía a pensar en vos, me puse mal.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, que empezaron a caer una a
una, hasta molestar.
Hasta arder y no solo
los ojos, sino también el corazón. Empecé
a arder por dentro.
No lo soporté o
no lo soporto, creo.
Te necesito, no
lo voy a poder negar mas, no me puedo seguir mintiendo.
Te necesito, aunque vos no.
Te quiero, aunque vos no.
Me gustas, aunque vos no.
Te deseo, aunque se que vos no.
Te extraño, aunque se que vos no lo
haces. Nunca
Y a pesar de todo eso, sigo acá. Esperando el momento que
vuelvas.
Que vuelvas, para decirme cosas lindas, para hacerme feliz.
Que vuelvas para quererme y amarme, para descubrirme.
Que vuelvas para quedarte, y para siempre.
Que necesites mis besos y mis manos, mis abrazos y mis
miradas.
Quizás no vuelvas así
como estas ahora, quizás tengas otro
cuerpo, otros ojos.
Seguramente otra mirada, y otra forma de tocar. Una forma
distinta de hablar.
Pero serás vos, ese
que me quiere, que me protege, que me acompaña, sin importar nada.
Sin importar mi
humor, mi cara, mi panza, mis días,
que me acompaña adonde sea.
Sea un cielo oscuro, claro, o sea un cielo con lluvia o copos de nieve.
Sin importar estarás ahí, y yo estaré a tu lado.
Como siempre y para siempre.